Jóvenes cadáveres fotográficos 2/4 (La enseñanza fotográfica)

Continúo con estas reflexiones sobre el estado actual de una parte de la fotografía en España teniendo en cuenta la transcripción de la mesa redonda que se celebró a puerta cerrada en la sede central de la Fundació Caixa de Pensions en Barcelona, el 11 de diciembre de 1986, con motivo de la exposición “Joves Fotògrafs”, que podéis descargaros clicando en la imagen de la portada del catálogo.

En esta mesa redonda se tocaron temas como la relación que existía entre los jóvenes fotógrafos y los fotógrafos consagrados, la relación de la critica con respecto a la fotografía realizada por los jóvenes, la repercusión de esta fotografía en las galerías y la formación fotográfica, que es el tema al que dedico esta entrada del blog.

PORTADA DEL CATÁLOGO. CLICAR EN LA IMAGEN PARA ACCEDER AL TEXTO.

 

Hasta antes de los años 70 no existían espacios oficiales para aprender fotografía de manera regular o con reconocimiento académico. Lo más aproximado eran las agrupaciones fotográficas y se centraban principalmente en una enseñanza técnica de la fotografía.  Fue a partir de los años 70 cuando aparecieron escuelas como el Institut d´Estudis Fotogràfics de Catalunya en Barcelona (fundado en 1972), , iniciativas privadas como el Photocentro en Madrid (1975-1979), la creación del Centre Internacional de Fotografia de Barcelona (1978-1983), el Centro de Enseñanzas de la Imagen tanto en Madrid como en Barcelona (1976), actualmente sólo en Madrid reconvertido en CEV Escuela Superior de Comunicación, Imagen y Sonido, el IDEP en Barcelona (1981), GrisArt – Escola Superior de Fotografia en Barcelona (1985) o EFTI en Madrid (1987), por poner un ejemplo de escuelas dedicadas a la enseñanza de la fotografía que se crearon hace más de 25 años. En el ámbito universitario, la fotografía es introducida como asignatura en las Facultades de Ciencias de la información y como especialidad desde el año 1980 en las de Bellas Artes. En los últimos años la oferta ha crecido de forma exponencial, posiblemente gracias a la socialización de la fotografía digital. Las escuelas más veteranas no solo han sobrevivido a la transición tecnológica  sino que se han visto favorecidas por esta situación, dándose la paradoja que incluso han sobrevivido muy a pesar de sus fundadores y de unos programas académicos tan anclado en el tiempo como algunos de sus equipos docentes.

Rafael M. Lorite. Nocturn núm 6. 1986.

 

Evidentemente no existe la escuela completa y en la actualidad, cada escuela ofrece una manera diferente de enseñar fotografía. Es muy frecuente que alguien que haya recibido una formación en Bellas Artes acabe necesitando completar su formación en alguna de las escuelas que ofrecen una formación más técnica. Posiblemente en la otra dirección pueda pasar lo mismo, pero el hecho de que la mayoría ofrecen titulación propia no homologadas oficialmente por la administración y no den acceso a una enseñanza superior hace que resulte menos frecuente. Cada escuela o centro intenta dejar una impronta en sus alumnos, incluso es fácil reconocer en aquellos alumnos más aventajados el estilo de la escuela a la que han pertenecido. Esto no es malo en si mismo, pero el negocio en el que se ha convertido la educación, al ser un tipo de enseñanza que parte de iniciativas privadas, ha hecho que la competencia sea desigual y desleal, que los centros lleguen incluso a competir con su propia oferta educativa con respecto a los talleres que ofertan y que los precios para realizar los cursos completos sean casi prohibitivos para una inmensa mayoría. En esto prácticamente todas las escuelas comparten estos problemas, pero también comparten el hecho de haber fracasado a la hora de haber formado a una sola persona lo suficientemente preparada como para tener más presencia en el panorama fotográfico contemporáneo. Casi treinta años de formación y ni un solo nombre en la lista de los fotógrafos y fotógrafas más influyentes en el ámbito del arte contemporáneo en España, porque lo que es a nivel internacional todavía queda mucho por recorrer. Quizás la pista nos la da Joan Fontcuberta explicando de manera breve esta relación entre la escuela fotográfica y la necesidad del alumno fotógrafo: «yo creo que las escuelas, las ediciones, etc, lo que hacen es elevar el nivel medio general, pero no están formando autores, porque las escuelas tienen poco que ver con las individualidades, sirven sólo como caldo de cultivo, pero la emergencia de un autor es más compleja, más individualizada».

Sí, ya sé que no es el objetivo de las escuelas conseguir esto, pero estoy convencido que sí es el sueño de muchas de las personas que empiezan su formación en la mayoría de las escuelas, porque como negocio privado que son realmente eso es lo que venden. ¿Puede llegar a existir una escuela de fotografía donde se puedan adquirir conocimientos técnicos y humanísticos en igualdad de condiciones? Poco a poco se está consiguiendo este equilibrio, pero queda mucho por recorrer. Como comentaba Manel Úbeda, en 1986 la única salida era emigrar para poder recibir una enseñanza integral en la formación del fotógrafo o ser extranjero y recibir una beca porque “…estos estudios te pueden costar hasta medio millón de pesetas al año”. Parece que con respecto al coste de los estudios fotográficos nos hemos colocado a niveles europeos, pero los contenidos y los resultados están anclados en el tiempo. Según él “La única solución es la enseñanza pública”. Puede que ya sea tarde viendo como está aplicando el actual gobierno sus políticas neoliberales. Si este tipo de educación pasa por adaptar los contenidos al marco europeo universitario del Plan de Bolonia, muchas de estas escuelas tendrían que despedir a la mayoría de sus docentes y contratar a personal con titulación de tercer ciclo. David Ballcells acierta al decir que “…las escuelas lo importante no es que produzcan sólo buenos fotógrafos sino que tendrían que salir buenos críticos, ensayistas, conservadores… y por esto la enseñanza de la fotografía tendría que tener carácter universitario…”.

Mucho tendían que cambiar la universidad pública para que se pudiera impartir una enseñanza completa en fotografía. Impensable llegar al nivel de la School of Visual Arts, ni aquí ni en la Europa del plan de Bolonia. Uno de los principales problemas de la universidad es que se alimenta de lo que produce, aunque esto no es sólo patrimonio de la universidad, la mayoría de las escuelas de fotografía lo hacen. Este comportamiento endogámico lo único que consigue es imponer una manera de «enseñar» las cosas, que normalmente suele ser la del catedrático de turno. Este catedrático se apoya en sus ayudantes, profesores asociados o lectores que antes fueron alumnos suyos o en el peor de los casos becarios del departamento, que son los mas listos, pero casi nunca los mejores preparados, para perpetuar unos conocimientos que adquirió en la época en la que Franco era corneta. Muestra de esto es el comentario de la crítica de arte Victoria Combalía con respecto a su paso por Bellas Artes: «Particularmente estoy interesada en la fotografía, pero igual que es precisa toda una vida para ser un buen fotógrafo, para ser un buen critico también. A pesar de esto en mis clases de Arte Contemporáneo en Bellas Artes incluyo la fotografía aunque tenga un programa apretadísimo, pero intento mencionar por lo menos a Rodchenko, Man Ray, Sander y otros. Cuando existan buenas escuelas de fotografía donde se enseñe historia de la fotografía y se conozcan todos los cambios y todas las distintas técnicas empleadas saldrán buenos críticos fotográficos»Rodchenko, Man Ray, Sander y otros… ¿contemporáneos? ¿Por que no Robert Frank, Diane Arbus, Duane Michals, Stephen Shore, que son algunos de los fotógrafos que aparecen en el último capitulo del libro de Beaumont Newhall «Historia de la fotografía»?, sólo por poner un ejemplo de un libro de historia, no nos vayamos a pasar de modernos.

Con respecto a este tema, Joan Fontcuberta sentencia: “Yo le daría la vuelta al tema de la enseñanza y plantearía que el problema de la gente joven es que hoy tiene escuelas. Hace diez años el autodidactismo era forzoso, por lo tanto tenemos que considerar que ha habido un avance, pero yo lo pongo en cuestión, porque los jóvenes han tenido como maestros a los autodidactas de la generación precedente y creo que no es bueno que nos hayan seguido ciegamente porque quizá los profesores no nos hemos dado cuenta de que ha existido toda una dinámica artística y de vanguardia que ha evolucionado al margen de nosotros”. Señor Fontcuberta, en el país de la docencia, el tuerto es el rey, pero los alumnos no son los ciegos. Que tengamos escuelas y exista una oferta educativa amplia en la enseñanza de la fotografía no es un problema, es un milagro. Espero que con los años usted haya cambiado de opinión. Estoy convencido de que estas palabras también fueron fruto de su juventud. Todos lo hemos sido. Si usted tiene alumnos en los diferentes talleres que todavía sigue impartiendo demuestra que los alumnos lo que tienen es una fe ciega no sólo en su capacidad como docente, sino como profesional de reconocido prestigio, posiblemente porque respetan y valoran  su trabajo como artista. Me pregunto si existe también ese respeto desde los docentes hacia los alumnos.

Carles M. Llanes. Queralbs. 1986.

 

En este milagro de la docencia fotográfica quiero destacar el trabajo que están realizando escuelas como BlankPaper (¿Para cuando una sede en Barcelona?), LENS Escuela de Artes Visuales y GrisArt – Escola Superior de Fotografia por su dinamización y promoción de nuevos jóvenes fotógrafos y fotógrafas, participando de manera activa en la creación de nuevas sinergias para hacer visible el trabajo de sus alumnos, con una presencia muy activa, en algunos casos activista, en la creación y colaboración de eventos, festivales y diferentes publicaciones. Se que no son las únicas que están realizando cambios, pero de las que tengo referencias son las que están marcando el camino.

Pero no voy a dejar toda la responsabilidad hacia las escuelas. Hace falta compromiso por parte del alumnado para que el panorama fotográfico cambie. De hecho, la actitud de cualquier persona que esté vinculada a la fotografía tiene que ser pedagógica, tiene que hacer entender a quien no esté vinculado de esta manera que la fotografía es un valor cultural, de pensamiento, de respeto hacia lo fotografiado.

Para terminar, mientras trabajaba en la preparación de este texto tuve la oportunidad de conversar con Jon Uriarte sobre este tema, ya que él ha empezado a trabajar como profesor en IDEP en el curso profesional de Edición y Producción de Fotolibros, y me dejó esta frase que quiero compartir y que creo importante, ya no sólo para los profesores, sino para que los alumnos se defiendan del adoctrinamiento, se revelen y se lo recuerden a sus malos profesores: «un autor no puede ser profesor. Un autor puede dar talleres, o mostrar su proceso de trabajo, pero no debería ser profesor porque como tú bien dices el alumno acabará compitiendo con su profesor. Para que un autor pueda ser un buen profesor, tiene que conseguir olvidarse de sus preferencias, elecciones, gustos e interpretaciones como autor para poder mostrar y dejar elegir a sus alumnos para permitirles así crear su propio camino». Es algo que estoy convencido que él aplica en sus clases y que yo también tengo muy presente en las mías.

Humberto Rivas puntualiza, con una lucidez y sensatez que no veo en los otros participantes, diciendo: “Quizá una de las razones de que no aparezcan nuevas generaciones sea que las escuelas no sean suficientemente estimulantes, pero esto no quiere decir que haya que pasar obligatóriamente por una escuela porque muy pocos de nosotros lo hicimos, lo que pasa es que la escuela te facilita el trabajo y consigue que en dos o tres años la gente pueda hacer lo que nosotros necesitamos diez para aprender”.

Parece que las escuelas de fotografía han sido el lugar favorito para crear jóvenes cadáveres fotográficos.

El próximo post relacionado con esta mesa redonda a puerta cerrada será el 3/4 (La crítica fotográfica)

PERLAS de Manel Úbeda

Manel Úbeda en su intervención en «La Caja Azul»
(Pinchar en la imagen para ver el vídeo)

 

En la primera edición de “La Caja Azul”, organizada en Barcelona el día 6 de marzo del 2010 en IDEP, se realizaron una serie de conferencias bajo el título «Lectura fotográfica: Los procesos de valoración en fotografía», donde Manel Úbeda (fotógrafo y director de IDEP Fotografía en ese momento), entre otros, nos habló en una interesante ponencia sobre la enseñanza de la fotografía.

Casi al final de la conferencia, refiriéndose a la competencia desleal que existe desde hace unos años en la docencia por parte de diferentes centros asociados, escuelas, universidades, entidades o tiendas de material fotográfico que imparten cursos y talleres de fotografía, comentó:

-«En los últimos años, han proliferado y de manera notable, talleres por doquier y se dan casos de clara competencia desleal, empezando por el Ayuntamiento de Barcelona, que los centros cívicos dan clase de fotografía subvencionados con los impuestos, en parte, que pagamos las escuelas de fotografía, ¿no?. En fin, que es la cosa perversa del sistema(…) (con sorna) porque, bueno, es que es una cosa de tipo cultural, social… Bueno, pero también sería chulo, no se, que quien quisiera podría hacer un curso de peluquería gratis, ¿no?.»

Seguidamente hizo un comentario sobre si el gremio de peluqueras aceptaría que se dieran cursos gratis de peluquería en el Pati Llimona.

Continuó diciendo:

-«Los talleres, digamos, realizados por parte de los importadores de tiendas de fotografía, que te lo venden como formación, pero en realidad lo que quieren vender son cámaras, son impresoras, respaldos digitales… Pero están ahí y también están teniendo su cuota, digamos, de mercado.» (Aquí hace referencia a los talleres que organiza la prestigiosa tienda Casanova Foto en su apartado de «formación«).

Lo más contradictorio fue el siguiente comentario:

-«Los talleres realizados por fotógrafos que parecen estrellas del rock, haciendo bolos y paseando los talleres por toda la geografía española, ¿no?. Hoy actúo aquí, mañana actúo allí, pasado mañana actúo más allá, ¡cono!, es que ni Bruce Springsteen (se oyen risitas) tendía que tener una programación que a mí me deja anonadado.»

La contradicción está en que unos meses más tarde abre, junto a la fotógrafa Núria GrasLa Magistral, un alojamiento rural en una masía, situado en  l’Alt Empordà, junto a Sant Pere Pescador (Girona), donde ofrecen encuentros y talleres fotográficos en un entorno natural, lugar por donde van pasando las «estrellas del rock» del mundo de la fotografía.

Ahora, el anonadado soy yo.