WIDEPHOTO. Conversación con Gema Darbo y Jon Uriarte.

El pasado 19 de enero de 2013 asistí a la primera cena-tertulia que Widephoto organizó en Meeatings23, donde los invitados fueron Cristina de Middel y Joan Fontcuberta.

Por «accidente» tuve la suerte y el privilegio de estar sentado al lado de Cristina durante la cena, pero debido a la dinámica de la cena-tertulia y que en muchos momentos estaba más pendiente de disfrutar de la estupenda comida no pude cruzar muchos comentarios con ella. Una lástima porque me hubiese gustado hacerle mil preguntas, algunas de las cuales se plantearon durante esa noche y contestó al resto de los participantes.

En realidad lo que realmente me hubiera gustado hacer es haberme apuntado al taller que impartía ese mismo fin de semana. De hecho empecé a rellenar el cuestionario para hacer la reserva y justo antes de darle al «enter» saltaron todas las alarmas: *Este taller se impartirá en inglés por lo que para su mejor aprovechamiento recomendamos contar con conocimientos del idioma, para aquellos con conocimientos medios, Widephoto ofrecerá ayuda puntual.

¿Inglés? Pero si es una fotógrafa española dando un taller en Barcelona, ¿es necesario?

Estudiar en un colegio público nacional franquista en el que decidieron que los niños deberíamos estudiar francés y las niñas ingles me ha dejado una carencia que ya hace demasiado tiempo que me está perjudicando. Ya sé que está en mis manos el poner remedio a esta situación, pero el tiempo pasa y uno no ve el momento para solucionarlo. Hasta que no te encuentras de golpe marginado y frustrado por no poder participar en un evento como los talleres que organiza Widephoto, no piensas seriamente en lo que supone no hablar ingles y no poder avanzar en tu formación personal.

Así que de la frustración pasé a la indignación en 1/8000 seg a f/1.4. Perdón por el chiste (malo) pero en una situación así saco a pasear la ironía y uno suele ser injusto. Tanto como para pensar que quizás no merecía la pena asistir a la cena-tertulia y no apoyar iniciativas tan exclusivas y lo suficientemente elitistas como para marginarme como persona y como fotógrafo.

Como no entendía nada y la experiencia de la cena-tertulia fue enriquecedora, he decidido preguntar a Gema Darbo, responsable de los curso en Meeatings23 y al fotógrafo Jon Uriarte sobre el por qué de estas condiciones y cual es el funcionamiento de su proyecto Widephoto.

Gema Darbo y Jon Uriarte en Meeatings23

 

¿Widephoto es Meeatings23?

Jon Uriarte: Sí, es parte. Widephoto es impensable sin Meeatings23. Todo esto surge porque Gema me propone hacer un taller aquí, yo vengo a hacer el taller, veo el sitio y digo, vale muy guay, yo puedo hacer un taller aquí pero es que aquí podemos traer a gente de fuera que mole mucho más y no sólo para dar los talleres sino para recibirlos como participantes.

El espacio es muy importante porque creo que este es un espacio que invita a currar y a hacer cosas. Es un poquito complicado entender la estructura pero había la necesidad de separar Widephoto de Meeatings23 en el sentido que Meeatings23 también hace talleres de fotografía pero enfocado para participantes locales, mientras que Widephoto tiene un objetivo de mezcla de gente de fuera y de aquí.

Gema Darbo: Meeatings23, además del espacio físico lo que aporta es confianza en este proyecto. Es apuesta arriesgada pero que encaja perfectamente con la filosofía del espacio.

JU: Lo bueno de esto es que viene un chalao como yo a decir: ¡oye, aquí voy a traer a unos tipos que hacen cámaras con tortugas! y dicen: ¡estupendo, tráelos!. Esto no pasa en ningún otro sitio.

 

¿Cómo surge la idea de Widephoto?

JU: El punto de inicio es ese, de dar yo un taller aquí y decir a mí esto me viene grande. Creo que aquí se puede traer a peña mucho más interesante e innovadora que lo que yo pueda hacer.

 

¿Es necesario un espacio más dentro de lo que son los talleres y la enseñanza fotográfica?

JU: Quizás no un espacio pero sí que hemos hablado mucho de que la intención de Widephoto o por lo menos por mi parte sí que creo que hay una necesidad de un tipo de talleres que no se dan en España y aquí me voy a meter en un jardín, pero creo que la gran mayoría de los talleres que se dan en España están siempre impartidos o la gran mayoría de veces por autores nacionales y si no son nacionales de Magnum o parecido. Hay muy poco espacio para talleres de gente de otras disciplinas u otras corrientes más innovadoras. Igual que creo que la fotografía en España es muy conservadora en muchos sentidos, en el aspecto de los talleres todavía más. Como yo justamente soy un enfermo de lo que no he visto e intentar entender lo que no entiendo o lo que no se ha hecho, me parecía interesante aportar eso.

 

¿Eso es lo que creéis que Widephoto aporta de diferente a otros centros?

JU: Hay que separar dos cosas. Por un lado lo que es Widephoto y la intención a la hora de programar los talleres en función de que autores traes y otra cosa es Meeatings23 que también creo que tiene otra dimensión en relación a los espacios que hay.

GD: Los cursos de Meeatings23 se centran en autores locales que tienen ganas de impartir propuestas diferentes, un poco más arriesgadas o experimentales.

JU: Además es que en este espacio estamos en una cocina, que ese es un cambio. Es una mezcla interesante introducir la gastronomía como otra disciplina cultural y de hecho Widephoto chupa de Meeatings23 en ese sentido para organizar lo de las cenas-tertulias. Creo que es uno de los únicos sitios, si no el único donde se podría hacer eso.

Entrevista Meeatings23
Gema Darbo, Jon Uriarte y magdalenas con pepitas de chocolate.

 

¿A quién va dirigido Widephoto?

GD: Yo creo que va dirigido a todo aquel que quiera reciclarse, renovarse, probar nuevos formatos, experimentar o poner en práctica lo que ya sabe enfocándolo de otra manera.

JU: Es eso más la mezcla de gente. Igual que decía que la gran mayoría de los talleres están impartidos por autores locales o gente venida o muy cercana a la fotografía documental, y yo que me pongo sindicalista en un pis pas, pero creo que en este país hay una endogamia que todos, yo el primero, promovemos sin querer. Es por eso que hacer talleres donde se mezcle, como pasó en el de Cristina de Middel que vino gente de Inglaterra y de Irlanda con gente de aquí para mí es uno de los principales objetivos. Si tenemos un microclima de gente y estamos todo el rato los mismos haciendo lo mismo no va a ningún lado bueno. Es otro de mis objetivos al montar este chiringuito, que se mezcle la gente, que venga peña de Inglaterra, de Alemania, que los participantes se mezclen y luego también hacer un poco, aunque igual no tiene que ver con el target, pero sí que es importante que todos los talleres sean prácticos y que se hagan cosas. Para mí eso es superimportante. Estoy un poquillo cansado de los talleres de cinco horas de revisión de porfolio y cuatro horas de presentación del curro. Creo que ya estamos hartos de esto y por eso los autores que traemos destacan justamente por la importancia de su proceso de trabajo.

 

¿Cómo hacéis la selección de los participantes en los talleres?

JU: En nuestras ensoñaciones creíamos que para algunos talleres íbamos a tener que seleccionar a la peña, pero siendo sinceros no podemos seleccionar. Lo que pasa es que la selección viene por los autores.

GD: Lo que pasa es que es un trabajo de largo recorrido, que exige mucha perseverancia y fuerza de voluntad, lo sabemos. Por otro lado, tener la oportunidad de traer a toda esta gente y que no salga un taller es…

JU: Sobre todo cuando les ves a ellos motivados. Acabo de hablar con Taiyo Onorato y Nico Krebs y están supercontentos.

GD: Acaban de hacer una propuesta para el taller que no podemos desvelar.

JU: Me dicen: “hemos pensado una cosa muy rara”. ¡De puta madre! Me han dicho que tiene que ser sorpresa para los que se apunten al taller, pero por ejemplo, sabes que tienen este proyecto «Camera Collection» que se hacen sus propias cámaras y van a traer una, quieren utilizar el lavabo como laboratorio, nos han pedido impresoras, va a ser justamente lo que queremos hacer y ellos están supermotivados. Es el punto en el que tienes todo ahí y dices, es que me falta peña… Pero al menos uno de los participantes en el taller de Cristina viene al de Taiyo y Nico. ¡Tenemos «fidelizado» a uno! Supongo que eso quiere decir que no lo hicimos del todo mal, o que Cristina no lo hizo del todo mal.

 

¿Cómo hacéis la selección de los talleres?

JU: A la hora de seleccionarlos, excepto a Sergio Mah que al ser un comisario es otra cosa completamente diferente, los autores que hacen fotos están seleccionados porque tienen un proceso de trabajo yo creo que diferentes a lo habitual, diferente a lo que nos han enseñado en las escuelas y diferente a lo que nosotros podemos acceder de manera cercana. Tanto Taiyo Onorato como Nico Krebs es que no tengo ni puta idea de cómo hacen su trabajo, pues también son los talleres que yo quiero hacer. O Mishka Henner se me hace muy difícil meterme en su cabeza y pensar como coño acaba haciendo lo que hace. Es en mi caso por pura curiosidad, el intentar meterme en su cabeza y entender como lo hacen. En función de eso los hemos elegido.

Todo esto es una aventura, no hay ninguna seguridad de que los talleres van a salir. Hay millones de ganas de que salgan, yo creo que tienen que salir. Algunas personas nos han comentado que dentro de unos años dirán que trajisteis a no sé quién y a no sé quién a Barcelona.

GD: Sí, sí, ¡Taiyo Onorato y Nico Krebs estuvieron en Barcelona hace veinte años!

JU: Y la respuesta es: (sin querer ofender a los que nos han alabado, que se agradece muchísimo) ¡me da igual lo que digan dentro de veinte años!, yo quiero que salga el taller ahora, porque creo que son interesantes ahora, porque es ahora cuando a algunos de ellos se les está premiando por su curro y no dentro de veinte años, porque si no llevaremos el mismo retraso que tenemos ahora.

GD: Creo que hay fotógrafos que actualmente necesitan y quieren renovarse en su manera de trabajar o modificar su visión y posición ante la fotografía, y estamos ante un muy buen momento para hacerlo.

JU: En el taller de Cristina de Middel lo vimos, la media, sobre todo de los extranjeros era de más de cuarenta años.

GD: Que llevan muchos años haciendo lo mismo y tienen ganas de dirigirse hacia otra dirección.

JU: Que es peña que lleva tiempo trabajando pero que de repente se dan cuenta que esto de la fotografía, como sabemos todos, está pegando cambios drásticos y ven que hay autores que son innovadores en ese sentido y se apuntan. Es un poco lo que hasta ahora hemos tenido. Un poco sorprendente para mí.

Sergio Mah era una apuesta personal. Para mí es el mejor comisario de fotografía que hay ahora mismo y tenía la intención, esperanza y ensoñación de conseguir mezclar, otra cosa que me parece que se necesita aquí, a gestores culturales o gente que está estudiando para ser gestor cultural o para ser comisario, y fotógrafos en un mismo taller. Para eso creía que era muy buen objetivo traer a Sergio. Según teníamos planteado el taller hacía revisión de porfolio no sólo fotográfico sino también de proyectos de comisariado o de proyectos de gestión cultural. Ese también es el objetivo, de intentar esa mezcla de participantes. Falta un tejido de gente sobre todo con personalidad. Algún día escribiré sobre esto.

La edición creo que es igual de innovador que los procesos fotográficos. Todo el boom de los libros que está pasando ahora mismo y por eso creía también que era importante traer a un editor. Lo intenté por todos los medios y por problemas de agenda no se pudo. Me dejé la piel y el bolsillo en eso.

La cocina del Meeatings23

 

¿Las cenas-tertulia son un complemento a los talleres?

JU: La putada es, otra vez, lo del problema del idioma.

GD: Nos encantaría hacer una cena tertulia con cada invitado.

JU: Es que tú imagínate, tú estuviste en la cena, como hacemos eso en inglés, es que no se puede hacer eso con un traductor. El ritmo y la velocidad, los momentos más interesantes es cuando estaba hablando alguien y decías ¡pero a ver, tal y cual! Y eso con traductor es que no lo puedes hacer. Eso que se creó en la cena, que no sé cómo llamarlo, la facilidad de palabra y la cordialidad que hubo de alguna manera a pesar de que se tocaron quizás algunos temas un poquito, no muy espinosos pero sí que podían generar debate. Lo que nos interesa al organizar las cenas-tertulia es que haya precisamente esas conversaciones. Para las siguientes, pues…

GD: Yo creo que podríamos probar, a ver qué pasa.

 

El espacio, autores que no son muy conocidos por el gran público, el hecho de que el inglés sea el idioma vehicular de los talleres, las cenas-tertulias, ¿no creéis que todo esto es muy elitista?

JU: Obvio, sí. El problema del elitismo es la palabra también en sí, esta discusión ya la he tenido muchas más veces y pasa en todos los medios. En fotografía o en cualquier otra disciplina siempre van a ver grupos o tendencias y siempre va a ver una tendencia que va a ser más arriesgada o por lo menos van a intentar probar cosas que no se han hecho, por lo tanto son más difíciles de entender, por lo tanto muchas veces se les clasifica como elitistas y luego hay otros grupos más grandes que aquello que ya está asentado, comprendido, estudiado y desarrollado lo siguen haciendo, cosa que llega a mucha más gente por las razones que he dado antes. Yo no tengo ningún problema en reconocer que esto está dirigido a un grupo pequeño de gente. Ojalá todo el mundo estuviese dispuesto a arriesgar y a no tener miedo a probar cosas nuevas.

¿Con lo del inglés? No me arrepiento y es una decisión personal que voy a mantener hasta el final. Creo que es un idioma para comunicarse entre la gente que ha hecho en este país más daño que bien. Lo que no me vale es quejarse de que tenemos un presidente que no habla inglés y que luego cuando ponemos este tipo de cosas en inglés la gente se queja.

GD: Y si hablamos de una situación endogámica, creo que precisamente uno de los factores más influyentes es no saber este idioma.

JU: El 80% o el 90% de los textos que leo sobre fotografía son en inglés y no por elección sino porque es donde está el material más interesante y más importante. Creo que el elitismo en España es justamente no saber inglés, porque el elitismo puede ser positivo y muy negativo y en este caso es muy negativo. Es un elitismo a la negativa. Es un idioma como cualquier otro, bueno, como cualquier otro no, con el que mejor te puedes comunicar. Estoy muy seguro de esa decisión. A mí me pasaba antes lo mismo y cuando me fui a Estados Unidos no tenía ni puñetera idea de inglés, ahora lo pienso y fui un poco chalado, pero si no tienes ese punto de chaladura, ese momento de decir “me da igual, lo que voy a hacer me merece la pena”, el paso no se da y eso pasa muchas veces aquí. Hay como un miedo inicial con el idioma que es una putada y como veo que no hay otra manera de solucionarlo, este tipo de actitud que he cogido ahora me parece que es la única. A parte de aspectos prácticos, que yo he estado en talleres donde hay traducción y pierdes la mitad del tiempo del taller, y aparte de los costes que nos supone a nosotros tener un traductor que se dispararía el precio del taller. Teniendo en cuenta esos tres condicionantes, ya te digo que en ese caso es una decisión que asumo diría que casi con orgullo.

Tortuga de placas
Camera collection de TAIYO ONORATO & NICO KREBS

 

¿El proyecto se centra sólo en fotografía contemporánea europea?

JU: Europea sólo porque es muy caro traer gente de otros lados. A mí me encantaría traer a asiáticos.

GD: No salen los números.

JU: O americanos, o africanos también. Se basa en procesos de trabajos de fotografía innovadores. Para mí ese es el principal objetivo. Ese y romper la endogamia fotográfica en España de alguna manera.

 

¿Pero existe en este país fotografía contemporánea?

JU: Sí, muy buena además. Sí que existe, además la contemporaneidad se puede entender de muchas maneras. Lo contemporáneo puede ser sólo una palabra que define una época de tiempo, que también, pero si hablamos de fotografía innovadora yo creo que hay gente que innova, lo que pasa es que muchos se han ido fuera.

GD: No se les hace caso, como a Miguel Angel Tornero, por ejemplo.

JU: Daniel Mayrit o mira Cristina de Middel como ha petao fuera o Daniel Canogar aunque no es estrictamente un fotógrafo, fuera lo peta también.

 

Si tocamos donde están las fronteras entre el arte y lo puramente fotográfico…

JU: ¡Uy!, yo no soy amigo de las purezas. Cuanta más mezcla mejor. Yo la fotografía pura para los puristas. Cada vez me interesa más la mezcla, la fotografía con la literatura, con la música, con la poesía, con cualquier otra disciplina. A parte ya es hora de que la ortodoxia fotográfica se rompa, y el que quiera hacer fotografía pura que la haga, pero a mí la mezcla me parece una alegría.

 

Ahora que estamos hablando de lo multidisciplinaria que es la fotografía contemporánea, ¿sólo vais a traer fotógrafos o personas vinculadas a la fotografía para hacer los talleres?

JU: Inicialmente sí que tienes razón que quizás son todos muy vinculados a la fotografía, aunque Sergio Mah hace mucha cosa de vídeo. También había en la lista preliminar a editores de libros de fotografía que no descarto para futuros años. Pero es un buen punto de vista, me parece genial, sí. A mi ¿sabes que me pasa?, que a la hora de seleccionar me baso en lo que conozco.

Pero hay muchos artistas plásticos que trabajan la fotografía.

JU: Me apunto la idea, me parece muy buena idea. Hay muchos que han trabajado tangencialmente con la fotografía como herramienta en vez de como fin. Puede ser superválido, sí.

 

Ya que estamos en un espacio creativo que además es una cocina, ¿sería posible un taller de Ferran Adrià para fotógrafos? ¿O elBulli como concepto del proceso creativo?

JU: Lo veo muy mainstream a Ferran Adrià para esto.

GD: En Meeatings23 es una idea pendiente. La verdad es que está en el punto de mira desde hace tiempo y nos encantaría hacer algo con él. Ya llegará el momento.

JU: Perecilla. Buscaría a algún otro. Si Oteiza estuviese vivo yo traería a Oteiza. No sé cómo decirte, no tengo problema en eso pero…

 

Entonces, ¿no cabe un taller de García-Alix, Spottorno y/o Astrada, Madoz, García Rodero, Navia?

JU: En Widephoto no. Cosa que no quita que traiga autores españoles. Ahí están Daniel Canogar y Cristina de Middel. Simplemente un perfil de práctica fotográfica. No quiero cosas que tenemos asumidas y entendidas. Quiero autores o que han sufrido un cambio muy reciente en su manera de trabajar y por tanto lo tienen muy fresco y lo pueden explicar, como Cristina o gente que hacen fotos de manera que ni siquiera los fotógrafos entendemos, que es lo que pasa con Taiyo Onorato y Nico Krebs que miras el libro y dices pero qué coño han hecho aquí. Es concentrarse en el cómo, en el proceso de trabajo y no tanto en teorizar.

 

¿Se os ha ofrecido alguien para dar algún taller Widephoto?

GD y JU: Sí.

(Silencio)… (Risas)

Sí, más de uno.

Taller de Taiyo Onorato & Nico Krebs en Meeatings23, organizado por Widephoto

 

Y para terminar, ¿qué más nos podéis contar del próximo taller de Taiyo Onorato y Nico Krebs?

JU: Agradecidísimos de la entrevista. Lo que más necesitamos es difusión, tanto local, nacional como internacional.

GD: Que la gente sepa quién viene, que es lo que hacen y que tenga ganas de participar en esto.

JU: No solo de que va el taller, sino antes decías que esto es un poco elitista y que la gente no conoce a los autores, yo necesito también que la gente entienda por qué a nosotros nos parecen esta gente tan interesantes y tan importantes, o más que importantes, tan interesantes. Yo creo que se puede aprovechar muchísimo en tres días.

En concreto de Taiyo Onorato y Nico Krebs creo que están en un punto genial porque, si lees en una entrevista ellos hablan de como tenían un profesor que les enseñaba sobre la fotografía directa y cómo la fotografía tenía que ser y como dicen ellos que ahora están superagradecidos a su profesor porque hacen todo lo contario de lo que les enseñaba. Creo que ese profesor que tenían ellos se parece mucho a la mayoría de los profesores que hemos tenido nosotros, con la manera de enseñar fotografía que ha habido aquí durante muchos años, y no porque lo hiciesen con maldad, yo creo que simplemente porque seguramente no estaban abiertos a cosas que había fuera, cosa que ahora a través de internet sí que tenemos acceso mucho más rápido y directo. Ellos (Taiyo Onorato y Nico Krebs) son el paradigma de ese cambio y además hay una contradicción mucho más grande todavía que es que ese cambio lo aplican utilizando todo material analógico, que es ya la rotura total y con un conocimiento profundo de la fotografía porque ahí a donde han ido a atacar primero es a “El viaje americano”, que es uno de los trabajos más repetidos y hechos, en plan quien tiene huevos de hacer un libro sobre el viaje americano y además romper la pana. Pues estos dos.

Si te pudiese decir lo que me acaban de proponer. Pero vamos, que se traen una cámara de 8×10, que estamos a punto de cerrar un acuerdo con The Impossible Project, que nos va a dejar película, entonces se van a poder hacer Polaroids aquí. Uno de los objetivos es que los que participen aquí se lleven algo a casa, ya sea una copia o una mini maqueta o alguna cosa así.

GD: O que sorteen la cámara armadillo y le toque a alguien.

JU: Eso molaría bastante que me toque a mí, que me flipa.

 

Si te parece bien, Paco, sólo nos gustaría añadir que estamos MUY MUY MUY agradecidos de la respuesta de la gente a la propuesta y de lo muchísimo que nos está ayudando todo el mundo con la difusión. Justamente hoy comentábamos que nos sentimos muy arropados y eternamente agradecidos a todos los que han compartido el contenido de Widephoto por internet. Sin todo ese apoyo de gente no hubiese salido ningún taller. ¡MUCHAS GRACIAS!

Jóvenes cadáveres fotográficos 2/4 (La enseñanza fotográfica)

Continúo con estas reflexiones sobre el estado actual de una parte de la fotografía en España teniendo en cuenta la transcripción de la mesa redonda que se celebró a puerta cerrada en la sede central de la Fundació Caixa de Pensions en Barcelona, el 11 de diciembre de 1986, con motivo de la exposición “Joves Fotògrafs”, que podéis descargaros clicando en la imagen de la portada del catálogo.

En esta mesa redonda se tocaron temas como la relación que existía entre los jóvenes fotógrafos y los fotógrafos consagrados, la relación de la critica con respecto a la fotografía realizada por los jóvenes, la repercusión de esta fotografía en las galerías y la formación fotográfica, que es el tema al que dedico esta entrada del blog.

PORTADA DEL CATÁLOGO. CLICAR EN LA IMAGEN PARA ACCEDER AL TEXTO.

 

Hasta antes de los años 70 no existían espacios oficiales para aprender fotografía de manera regular o con reconocimiento académico. Lo más aproximado eran las agrupaciones fotográficas y se centraban principalmente en una enseñanza técnica de la fotografía.  Fue a partir de los años 70 cuando aparecieron escuelas como el Institut d´Estudis Fotogràfics de Catalunya en Barcelona (fundado en 1972), , iniciativas privadas como el Photocentro en Madrid (1975-1979), la creación del Centre Internacional de Fotografia de Barcelona (1978-1983), el Centro de Enseñanzas de la Imagen tanto en Madrid como en Barcelona (1976), actualmente sólo en Madrid reconvertido en CEV Escuela Superior de Comunicación, Imagen y Sonido, el IDEP en Barcelona (1981), GrisArt – Escola Superior de Fotografia en Barcelona (1985) o EFTI en Madrid (1987), por poner un ejemplo de escuelas dedicadas a la enseñanza de la fotografía que se crearon hace más de 25 años. En el ámbito universitario, la fotografía es introducida como asignatura en las Facultades de Ciencias de la información y como especialidad desde el año 1980 en las de Bellas Artes. En los últimos años la oferta ha crecido de forma exponencial, posiblemente gracias a la socialización de la fotografía digital. Las escuelas más veteranas no solo han sobrevivido a la transición tecnológica  sino que se han visto favorecidas por esta situación, dándose la paradoja que incluso han sobrevivido muy a pesar de sus fundadores y de unos programas académicos tan anclado en el tiempo como algunos de sus equipos docentes.

Rafael M. Lorite. Nocturn núm 6. 1986.

 

Evidentemente no existe la escuela completa y en la actualidad, cada escuela ofrece una manera diferente de enseñar fotografía. Es muy frecuente que alguien que haya recibido una formación en Bellas Artes acabe necesitando completar su formación en alguna de las escuelas que ofrecen una formación más técnica. Posiblemente en la otra dirección pueda pasar lo mismo, pero el hecho de que la mayoría ofrecen titulación propia no homologadas oficialmente por la administración y no den acceso a una enseñanza superior hace que resulte menos frecuente. Cada escuela o centro intenta dejar una impronta en sus alumnos, incluso es fácil reconocer en aquellos alumnos más aventajados el estilo de la escuela a la que han pertenecido. Esto no es malo en si mismo, pero el negocio en el que se ha convertido la educación, al ser un tipo de enseñanza que parte de iniciativas privadas, ha hecho que la competencia sea desigual y desleal, que los centros lleguen incluso a competir con su propia oferta educativa con respecto a los talleres que ofertan y que los precios para realizar los cursos completos sean casi prohibitivos para una inmensa mayoría. En esto prácticamente todas las escuelas comparten estos problemas, pero también comparten el hecho de haber fracasado a la hora de haber formado a una sola persona lo suficientemente preparada como para tener más presencia en el panorama fotográfico contemporáneo. Casi treinta años de formación y ni un solo nombre en la lista de los fotógrafos y fotógrafas más influyentes en el ámbito del arte contemporáneo en España, porque lo que es a nivel internacional todavía queda mucho por recorrer. Quizás la pista nos la da Joan Fontcuberta explicando de manera breve esta relación entre la escuela fotográfica y la necesidad del alumno fotógrafo: «yo creo que las escuelas, las ediciones, etc, lo que hacen es elevar el nivel medio general, pero no están formando autores, porque las escuelas tienen poco que ver con las individualidades, sirven sólo como caldo de cultivo, pero la emergencia de un autor es más compleja, más individualizada».

Sí, ya sé que no es el objetivo de las escuelas conseguir esto, pero estoy convencido que sí es el sueño de muchas de las personas que empiezan su formación en la mayoría de las escuelas, porque como negocio privado que son realmente eso es lo que venden. ¿Puede llegar a existir una escuela de fotografía donde se puedan adquirir conocimientos técnicos y humanísticos en igualdad de condiciones? Poco a poco se está consiguiendo este equilibrio, pero queda mucho por recorrer. Como comentaba Manel Úbeda, en 1986 la única salida era emigrar para poder recibir una enseñanza integral en la formación del fotógrafo o ser extranjero y recibir una beca porque “…estos estudios te pueden costar hasta medio millón de pesetas al año”. Parece que con respecto al coste de los estudios fotográficos nos hemos colocado a niveles europeos, pero los contenidos y los resultados están anclados en el tiempo. Según él “La única solución es la enseñanza pública”. Puede que ya sea tarde viendo como está aplicando el actual gobierno sus políticas neoliberales. Si este tipo de educación pasa por adaptar los contenidos al marco europeo universitario del Plan de Bolonia, muchas de estas escuelas tendrían que despedir a la mayoría de sus docentes y contratar a personal con titulación de tercer ciclo. David Ballcells acierta al decir que “…las escuelas lo importante no es que produzcan sólo buenos fotógrafos sino que tendrían que salir buenos críticos, ensayistas, conservadores… y por esto la enseñanza de la fotografía tendría que tener carácter universitario…”.

Mucho tendían que cambiar la universidad pública para que se pudiera impartir una enseñanza completa en fotografía. Impensable llegar al nivel de la School of Visual Arts, ni aquí ni en la Europa del plan de Bolonia. Uno de los principales problemas de la universidad es que se alimenta de lo que produce, aunque esto no es sólo patrimonio de la universidad, la mayoría de las escuelas de fotografía lo hacen. Este comportamiento endogámico lo único que consigue es imponer una manera de «enseñar» las cosas, que normalmente suele ser la del catedrático de turno. Este catedrático se apoya en sus ayudantes, profesores asociados o lectores que antes fueron alumnos suyos o en el peor de los casos becarios del departamento, que son los mas listos, pero casi nunca los mejores preparados, para perpetuar unos conocimientos que adquirió en la época en la que Franco era corneta. Muestra de esto es el comentario de la crítica de arte Victoria Combalía con respecto a su paso por Bellas Artes: «Particularmente estoy interesada en la fotografía, pero igual que es precisa toda una vida para ser un buen fotógrafo, para ser un buen critico también. A pesar de esto en mis clases de Arte Contemporáneo en Bellas Artes incluyo la fotografía aunque tenga un programa apretadísimo, pero intento mencionar por lo menos a Rodchenko, Man Ray, Sander y otros. Cuando existan buenas escuelas de fotografía donde se enseñe historia de la fotografía y se conozcan todos los cambios y todas las distintas técnicas empleadas saldrán buenos críticos fotográficos»Rodchenko, Man Ray, Sander y otros… ¿contemporáneos? ¿Por que no Robert Frank, Diane Arbus, Duane Michals, Stephen Shore, que son algunos de los fotógrafos que aparecen en el último capitulo del libro de Beaumont Newhall «Historia de la fotografía»?, sólo por poner un ejemplo de un libro de historia, no nos vayamos a pasar de modernos.

Con respecto a este tema, Joan Fontcuberta sentencia: “Yo le daría la vuelta al tema de la enseñanza y plantearía que el problema de la gente joven es que hoy tiene escuelas. Hace diez años el autodidactismo era forzoso, por lo tanto tenemos que considerar que ha habido un avance, pero yo lo pongo en cuestión, porque los jóvenes han tenido como maestros a los autodidactas de la generación precedente y creo que no es bueno que nos hayan seguido ciegamente porque quizá los profesores no nos hemos dado cuenta de que ha existido toda una dinámica artística y de vanguardia que ha evolucionado al margen de nosotros”. Señor Fontcuberta, en el país de la docencia, el tuerto es el rey, pero los alumnos no son los ciegos. Que tengamos escuelas y exista una oferta educativa amplia en la enseñanza de la fotografía no es un problema, es un milagro. Espero que con los años usted haya cambiado de opinión. Estoy convencido de que estas palabras también fueron fruto de su juventud. Todos lo hemos sido. Si usted tiene alumnos en los diferentes talleres que todavía sigue impartiendo demuestra que los alumnos lo que tienen es una fe ciega no sólo en su capacidad como docente, sino como profesional de reconocido prestigio, posiblemente porque respetan y valoran  su trabajo como artista. Me pregunto si existe también ese respeto desde los docentes hacia los alumnos.

Carles M. Llanes. Queralbs. 1986.

 

En este milagro de la docencia fotográfica quiero destacar el trabajo que están realizando escuelas como BlankPaper (¿Para cuando una sede en Barcelona?), LENS Escuela de Artes Visuales y GrisArt – Escola Superior de Fotografia por su dinamización y promoción de nuevos jóvenes fotógrafos y fotógrafas, participando de manera activa en la creación de nuevas sinergias para hacer visible el trabajo de sus alumnos, con una presencia muy activa, en algunos casos activista, en la creación y colaboración de eventos, festivales y diferentes publicaciones. Se que no son las únicas que están realizando cambios, pero de las que tengo referencias son las que están marcando el camino.

Pero no voy a dejar toda la responsabilidad hacia las escuelas. Hace falta compromiso por parte del alumnado para que el panorama fotográfico cambie. De hecho, la actitud de cualquier persona que esté vinculada a la fotografía tiene que ser pedagógica, tiene que hacer entender a quien no esté vinculado de esta manera que la fotografía es un valor cultural, de pensamiento, de respeto hacia lo fotografiado.

Para terminar, mientras trabajaba en la preparación de este texto tuve la oportunidad de conversar con Jon Uriarte sobre este tema, ya que él ha empezado a trabajar como profesor en IDEP en el curso profesional de Edición y Producción de Fotolibros, y me dejó esta frase que quiero compartir y que creo importante, ya no sólo para los profesores, sino para que los alumnos se defiendan del adoctrinamiento, se revelen y se lo recuerden a sus malos profesores: «un autor no puede ser profesor. Un autor puede dar talleres, o mostrar su proceso de trabajo, pero no debería ser profesor porque como tú bien dices el alumno acabará compitiendo con su profesor. Para que un autor pueda ser un buen profesor, tiene que conseguir olvidarse de sus preferencias, elecciones, gustos e interpretaciones como autor para poder mostrar y dejar elegir a sus alumnos para permitirles así crear su propio camino». Es algo que estoy convencido que él aplica en sus clases y que yo también tengo muy presente en las mías.

Humberto Rivas puntualiza, con una lucidez y sensatez que no veo en los otros participantes, diciendo: “Quizá una de las razones de que no aparezcan nuevas generaciones sea que las escuelas no sean suficientemente estimulantes, pero esto no quiere decir que haya que pasar obligatóriamente por una escuela porque muy pocos de nosotros lo hicimos, lo que pasa es que la escuela te facilita el trabajo y consigue que en dos o tres años la gente pueda hacer lo que nosotros necesitamos diez para aprender”.

Parece que las escuelas de fotografía han sido el lugar favorito para crear jóvenes cadáveres fotográficos.

El próximo post relacionado con esta mesa redonda a puerta cerrada será el 3/4 (La crítica fotográfica)

Jóvenes cadáveres fotográficos 1/4 (La transición generacional)

Sirva esta nueva entrada al blog para rendir homenaje a todas y cada una de las fotógrafas y fotógrafos que han intentado hacer o decir algo en el mundo de la fotografía y que  por las circunstancias que fueran, nunca llegaron a materializar el sueño de poder dedicarse profesionalmente a este oficio.

Lamentablemente, la historia, o mejor dicho, lo que conocemos como hechos históricos (aquello que transciende y merece ser escrito para conocimiento de generaciones futuras) está redactado desde el punto de vista del vencedor (en el caso de una guerra) o por aquellos que están en el poder, que en la mayoría de los casos suelen ser los mismos. Rara vez conocemos el punto de vista oficial del derrotado. Tiene que pasar mucho tiempo para conocerse los testimonios de los supervivientes. En cualquier caso esta historia se suele escribir con más sangre que tinta y sabemos que para poder escribir sobre estos hechos, la de los vencedores y los poderosos, tenemos que caminar por encima de muchos cadáveres.

La historia del arte no se salva y tiene su propio genocidio creativo. Primero porque corre paralela a la historia de los vencedores y segundo porque la propia Historia del Arte, la que es enciclopédica, actúa como filtro. En la actualidad ese poder lo ejercen los gobiernos, que lo validan y ejecutan por medio de amigos más o menos ilustrados, con intereses comerciales en galerías o empresas del sector cultural, familiares que regentan un museo como si fuese un Parador Nacional al que hay que redecorar y por supuesto están, quizás los más importantes en esta cadena, los críticos de arte oficiales, afines ideológicamente a los diferentes regímenes políticos sean del color que sean. Son muchos los artistas que ante semejante situación se han reconvertido en gestores culturales, comisarios o directamente han aceptado un cargo político como concejal de algún ayuntamiento con pretensiones “guggenheimsticas”. Y digo que se han reconvertido porque es casi imposible en este mundo del arte hacer las dos cosas de manera simultánea y con dignidad. O te dedicas a crear o te dedicas al poder, ya que en política no hay opción. Los artistas no pueden intervenir en políticas culturales ni tomar decisiones sobre lo que el poder quiere hacer con su arte y menos participar en quien debe estar representado en ese arte oficial. Ya conocemos el dicho popular de “zapatero a tus zapatos”.

En el estado español la cosa no ha sido muy diferente. Tanto el gobierno central como los autonómicos han actuado de la misma manera. Cada uno ha subvencionado, apoyado, promocionado y utilizado a aquellos escritores, pintores, escultores (estos se han repartido las rotondas de todos los planes urbanísticos habidos y fallidos), músicos o cineastas que han considerado que son los elegidos para hacer promoción de los valores particulares de cada territorio.

La fotografía no es una excepción, pero si que tiene su particular idiosincrasia. A diferencia de las otras artes, donde la decisión de quien es quien en esa historia  de las artes la toman doctores y académicos de Humanidades pero no los artistas, en el submundo fotográfico se da la paradoja de que esta función generalmente la realizan otros fotógrafos, otros compañeros de oficio. Históricamente ha sido así desde el nacimiento de la fotografía. Por supuesto que esto ha evolucionado, consiguiendo el mismo reconocimiento que las otras disciplinas artísticas, creándose galerías y museos especializados, incluso la fotografía tiene sus propias publicaciones historiadas. Pero lo que no ha conseguido es generar una crítica oficial lo suficientemente autónoma como para que no sean los propios fotógrafos  los que decidan quienes son los que merecen ser y estar. Y no sólo me refiero a los que pueden estar al servicio de la propaganda institucional, sino que también deciden quien puede tener el privilegio de poder vivir del oficio en esta historia de la fotografía.

Esta particular historia de la fotografía patria también tiene sus propios cadáveres y sospecho que en su mayoría, los que cayeron lo hicieron siendo muy jóvenes.

Creo que algo puede estar cambiando. Aunque puede que todavía no tanto.

Portada del catálogo. Clicar en la imagen para acceder al texto.

 

Todas estas sospechas me vienen a la cabeza después de leer la transcripción del resumen de la mesa redonda que se celebró a puerta cerrada en la sede central de la Fundació Caixa de Pensions en Barcelona, el 11 de diciembre de 1986, con motivo de la exposición “Joves Fotògrafs”, donde se analizaron las condiciones en las que los nuevos fotógrafos podían desarrollar su trabajo en ese momento.

La exposición estaba formada por Antonio Blanco (Barcelona, 1959. 27 años), Carles E. Gili (Barcelona, 1960. 26 años), Rafael M. Lorite (L´Hospitalet de Llobregat, 1960. 29 años), Carles M. Llanes (Barcelona, 1956. 30 años), Ariel Marín (Buenos Aires, 1958. 28 años), M. Teresa Molina (Barcelona, 1958. 28 años) y Rafael Vargas (Barcelona, 1959. 27 años)

En esa mesa redonda participaron David Balsells (Lleida, 1947. 39 años), que en ese momento era el conservador del departamento de fotografía de la Fundació Joan Miró, Victoria Combalía (Barcelona, 1952. 34 años) como crítica de arte, Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955. 31 años) como fotógrafo, Pere Formiguera (Barcelona, 1952. 34 años) como coleccionista de fotografía, Fina Furriol (+2007) fundadora y directora de la Galería Eude, Daniel Giralt-Miracle (Barcelona, 1944. 42 años) como jefe del servicio de Artes Plásticas de la Generalitat de Catalunya, M. Teresa Molina como portavoz de los fotógrafos participantes en la exposición, Manel Úbeda (Mollet del Vallés, 1951. 35 años) como profesor de fotografía y Humberto Rivas (Buenos Aires, 1937-2009. 49 años) como moderador del encuentro.

Para empezar, me llama la atención que el encuentro se celebrara a puerta cerrada, pero me choca mucho más que siendo un debate para analizar las condiciones que en ese momento vivían los jóvenes fotógrafos sólo hubiera una representante de los siete jóvenes fotógrafos que exponían en la Fundación Caixa de Pensións. A priori parece una encerrona, por la desproporción entre los fotógrafos jóvenes y los otros participantes, algunos ya consagrados en ese momento en el panorama cultural, al menos en el de Cataluña. Viendo como se presentan cada uno en el catálogo esa proporción se iguala, ya que cada persona representa un rol diferente dentro de la cultura fotográfica. En un principio contamos con un conservador de fotografía, una crítica de arte, un fotógrafo, un coleccionista de fotografía, una galerista, un representante político, una fotógrafa portavoz de jóvenes fotógrafos, un profesor de fotografía y  un moderador fotógrafo. En realidad hay cinco fotógrafos y al final cada uno se acaba representando y retratando a si mismo. Por este motivo y por la ausencia de algún representante de la generación anterior a los fotógrafos consagrados pienso que fue una encerrona. Con un sólo representante de la generación de Maspons, Miserachs, Ubiña, Terré, Ontañon, Masats, Pomes, Colom creo que se hubiera nivelado y sobre todo rebajado la tensión y la violencia verbal que en algunos momentos se percibe en la transcripción del debate. Otro dato que destaco es la corta diferencia de edad que existe entre los fotógrafos consagrados y los jóvenes fotógrafos (entre paréntesis he puesto el año de nacimiento y la edad que tenían en ese momento).

Básicamente se trataron cuatro temas: la enseñanza fotográfica, el tratamiento de las galerías de arte, la crítica fotográfica y los fotógrafos ya consagrados.

Humberto Rivas hizo una presentación muy aproximada al estado de la situación de la fotografía en ese momento, algo que podría haber sido una especie de manifiesto del fotógrafo joven, como comentó M. Teresa Molina en respuesta a una observación de Joan Fontcuberta en el que comentaba “…estamos hablando de muchas cosas pero creo que los jóvenes tendríais que hacer una declaración de principios, y plantear cuales son vuestros problemas y qué es lo que queréis, porque hasta ahora parece que seamos nosotros los que estemos interpretando o proyectando vuestros problemas”, dando a entender, que los problemas de los jóvenes son muy diferentes a los de los consagrados solo por el hecho de ser eso, jóvenes y no por el hecho de ser fotógrafos.

Ese posible manifiesto del joven fotógrafo se podría resumir en:

-Una enseñanza fotográfica que considere más importante los aspectos humanísticos que los técnicos, con el fin de estimular la creatividad y el conocimiento vinculado a los movimientos culturales.

-Que tanto las galerías como la crítica de arte se ocupe de la fotografía realizada por los jóvenes.

-Que los fotógrafos consagrados no fomenten los guetos fotográficos, abran su círculo y lo compartan con los jóvenes fotógrafos, a fin de poder dar visibilidad a la fotografía.

Puede que en ese momento ser joven fuera un hándicap, algo que en la actualidad puede que no se tenga tan en cuenta y sí se valore más la actitud frente a la juventud.

Me centraré en hablar de cada punto de la reunión para no dispersarme. He decidido escribir cuatro post diferentes para poder tocar los temas de manera más precisa. Los protagonistas del encuentro hablan de la situación que vivían en Cataluña y más concreto de la situación en Barcelona. En la medida que pueda haré referencia de manera paralela a la situación que se vivía en el resto del estado.

Antonio Blanco. Fontanellato, Italia. 1986.

 

Empezaré hablando de los fotógrafos ya consagrados, que es una manera de hablar de mis contemporáneos, que lo son a pesar de no pertenecer a su generación, pero también de las fotógrafas y fotógrafos jóvenes, a la que tampoco pertenezco de forma generacional. Lo hago así porque me quiero posicionar con respecto a una manera de ser y estar en este mundo de la fotografía. Porque me niego a caer en el juego de hacer diferencias o juicios de valor porque una imagen esté realizada por alguien que tenga 18 años, se le valore por la edad y no por la calidad, y se le ponga la etiqueta de fotografía joven, al igual que no quiero acercarme con prejuicios a una fotografía de alguien con 90 años, a la que no etiquetamos como fotografía madura.

En realidad de lo que me quiero desmarcar es de una manera de entender la fotografía como si fuera un campo de batalla, de enfrentamiento permanente, de conquistas generacionales. Me quiero desmarcar del lenguaje y de la actitud que tienen  los participantes en esta mesa redonda. Y lo hago en contraposición a lo que me está tocando vivir.

Son malos tiempos para la lírica. Nunca han sido buenos para la creación, y parece ser que para la fotografía tampoco. Desde que tengo vinculación con el arte en todas y cada una de las disciplinas artísticas siempre he oído llorar a los que participan, ya sean creadores, agentes culturales o vendedores de material. Se puede decir que el mundo del arte vive permanentemente en la cultura de la queja. Por supuesto que la fotografía no está al margen del llanto, ya sea porque no se la protege desde el punto de vista institucional, ya sea porque hay fotógrafos y fotógrafas que solo trabajan si hay subvenciones, porque no hay un mercado especifico del oficio o como es el caso que nos ocupa, por el mero hecho de no luchar lo suficiente por ganarse un lugar en el mundo. Eso es lo que en un momento dado le recrimina Joan Fontcuberta a M. Teresa Molina: “Vuestra actitud tiene un cierto tono lastimoso, es como si dijerais: «no os abrís, no nos ayudáis», cuando tendríais que tener claro que el mundo os lo tenéis que ganar vosotros solos, tenéis que crearos vuestros canales de difusión”. Pues creo que ese momento ha llegado y en ese estado estamos participando muchas personas. Por lamentarme, que no es lo mismo que quejarse, que muchos de los que participaron en esa mesa redonda parece que no se han enterado de que el cambio ya está aquí. Lamentaría más que si lo han hecho no participen de manera activa en consolidar de una vez por todas a que la fotografía deje de ser un gueto y se normalice su relación con respecto al resto de las artes visuales.

Han pasado cuarenta años desde que un grupo de jóvenes fotógrafos decidieron enfrentarse a la generación que les precedía. Joan Fontcuberta justificaba este cambio generacional porque “…se diferenciaba generacional y profesionalmente de la generación precedente, la de los Maspons, Miserachs, Ubiña, Terrer, Ontañon, etc. Entonces había un rechazo y una especie de militancia a la contra que en estos momentos no creo que se dé. En los años setenta hubo una voluntad de crear una infraestructura, con la ayuda de un cúmulo de esfuerzos individuales, de la que ahora nos estamos beneficiando todos. Nosotros creamos una atmósfera, abrimos galerías e hicimos ediciones, sacábamos un libro y perdíamos todo el dinero, pero habíamos hecho un libro”. Quizás en los años 80 todavía ellos eran muy jóvenes como para compartir sus conquistas con los que en ese momento eran sus alumnos. Parece fácil enfrentarte a otros compañeros de oficio a los que no tienes nada que agradecer, con los que no compartes vivencias, que no te han querido enseñar nada y que entienden esto de la fotografía como una manera de ganarse la vida, como un oficio. Pero resulta que estos jóvenes también quisieron ser artistas y como los otros fotógrafos sólo trabajaban para editoriales y no entendían que las imágenes pudieran ir a parar a la pared de una galería de arte, pues lucharon todos juntos y crearon la infraestructura necesaria para que ahora todos nos beneficiemos. Bueno, creo que todos no, porque la sensación es que crearon las condiciones para que sólo una parte privilegiada de esta Columna Miliciana Daguerre pudiera vivir de la Fotografía.

También estoy de acuerdo en que en el momento en el que se celebro la mesa redonda no se daban las condiciones para que existiera un enfrentamiento generacional, como creo que ahora tampoco se podría dar. El motivo lo comenta M. Teresa Muñoz: “…los fotógrafos jóvenes tenemos otros (problemas) más específicos, por ejemplo, que nuestros profesores sean fotógrafos: los fotógrafos ahora tienen que hacer de todo, de profesores, de críticos, de teóricos, para ganarse la vida”, dejando claro que esto es un hándicap importante a la hora de poder desarrollar un proyecto personal ya que en un supuesto mercado fotográfico, escaso en aquellos momentos, los alumnos tenían que competir con sus profesores. ¿En igualdad de condiciones? Pues parece que no, porque han pasado casi cuarenta años y da la sensación que ha habido poco movimiento, que siguen los mismos que “arrebataron” ese poder a los Maspons, Miserachs, Ubiña, Terrer, Ontañon, etc. Esto se puede extrapolar a cualquier otra parte del territorio.

Carles E. Gili. Sense títol. 1986

 

Está claro que la docencia es uno de esos poderes fácticos del poder y una de las mejores maneras de tener controlado al “enemigo” es enseñándole «todo” lo que tiene que saber, en lugar de acompañarle en su aprendizaje y que desarrolle un criterio propio.

¿Y cual es el precio que han tenido que pagar los jóvenes alumnos fotográficos? Según Manel Úbeda el precio que tuvieron que pagar fue el de la originalidad. Era el castigo que los maestros ponían a sus alumnos simplemente por haber tenido las cosas más fáciles, por poder conseguir en medio año lo que a ellos les costó cuatro veces más. Parece que ser joven en aquel momento era una condena y el que quería aprender fotografía ya nacía cadáver. Victoria Combalia lo justifica argumentando que “… en un desierto cultural cualquier cosa se convierte en heroica; en cambio en una situación de normalidad cultural la calidad que se exige es mucho mayor”. “Nosotros hace diez años, y esto no lo digo en tono paternalista (no, más bien en tono maternalista, añado yo), estábamos igual para colocar un artículo, una foto, tenías que llamar a mil puertas. Esto ocurre ahora y ha ocurrido toda la vida, forma parte del inicio de una carrera, así como la originalidad. Picasso se dejó influir por Nonell, y Mondrian por Picasso, esta es una fase que se supera a medida que se encuentra un estilo personal. Lo que yo encuentro en vosotros es mucha timidez en comparación con los jóvenes pintores. Hace un año o dos que se dedican a pintar y tienen la desfachatez de querer ser famosos en cuatro días”. Una cosa es dejarse influir, que es bueno cuando comienzas un aprendizaje y otra cosa es que en ese aprendizaje esté implícita la originalidad. Si la originalidad hace referencia al origen, que mejor que continuar con el trabajo de quien te está adoctrinando, como acaba reconociendo la representante de los jóvenes fotógrafos: “Lo que nosotros queremos es expresarnos a través de la fotografía, la confusión está en que se pretenda que seamos también innovadores. Nosotros no estamos reivindicando una manera de actuar radicalmente opuesta a la vuestra”.

Humberto Rivas puso un poco de luz en este ataque lateral por parte de los docentes: “Con respecto a los jóvenes la situación anterior puede que fuera más dura pero en cambio era más fácil unirse y ser un militante para conseguir algo fotográficamente, y ahora, aunque todo parezca más fácil, en realidad la dificultad es exactamente la misma porque la verdadera militancia del fotógrafo es una militancia individual y no de grupo. Además no creo que se pueda exigir de un joven que está empezando a expresarse el ser original. La originalidad se alcanza con el trabajo y con los años”. Humberto Rivas fue un autentico maestro y aquí lo demuestra. Por sus clases han pasado muchísimos alumnos durante varias generaciones. Aquí marca la diferencia entre lo que es ser un buen maestro y lo que es ser un buen profesor.

Parece estar claro que durante estos últimos años se instaló una especie de continuismo  conformista entre los aprendices de fotógrafos, quizás fomentado por los que habían conquistado el mercado artístico de la fotografía, que da la casualidad que eran los mismos que iniciaban escuelas y se colocaban como docentes. Por eso me sorprende que en un momento de exaltación durante la mesa redonda a puerta cerrada Joan Fontcuberta espetara: “Es que a los fotógrafos jóvenes les falta arrogancia. El discurso que estáis haciendo es «queremos ser socios del club y no nos dejan entrar». No manifestáis una actitud diferenciada como en épocas anteriores. En los años cincuenta y sesenta los fotógrafos querían que se les reconocieran sus méritos profesionales, luchaban por un status profesional: en los años setenta hubo un cambio cualitativo porque el status profesional se había conseguido y lo que se pretendía era un status de artista. Me parece que vosotros los jóvenes no pretendéis cambios, representáis una continuidad, y este es, quizá, el problema”. Pues afortunadamente para él los jóvenes fotógrafos de esa época no eran así de bélicos. Lo que si que resultan proféticas son sus palabras. Treinta años después de este encuentro este problema parece que llega a su fin.

Los que ostentáis este estatus podéis estar tranquilos porque el cambio que ya ha empezado no hace peligrar vuestro poder jerárquico. El cambio no será generacional. El cambio es intergeneracional. No es exclusivo sino inclusivo. No es de enfrentamiento, acoso y derribo, sino de contar con todas las personas que hacen posible que la fotografía se merezca un espacio de reconocimiento en igualdad de condiciones que al resto de las bellas artes. Porque hemos aprendido de vuestros errores y no queremos perpetuar vuestro modo de hacer las cosas. Porque simplemente queremos trabajar aprovechando el legado que nos habéis dejado. Porque respetamos y valoramos a los grandes fotógrafos a los que os enfrentasteis, tanto como os respetamos a vosotros. Porque no queremos, ni vamos a dejar que hagáis con nosotros lo mismo que habéis hecho con los jóvenes fotógrafos que habéis formado.

Porque simplemente no queremos convertirnos en jóvenes cadáveres fotográficos.

El próximo post relacionado con esta mesa redonda a puerta cerrada será el 2/4 (La enseñanza fotográfica)

El gesto sincero

En un momento dado, el suyo, empecé a no ver, que no es lo mismo que quedarse ciego.

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En este momento, el mio, donde un gesto ya no vale mil palabras, donde la acumulación de imágenes sin palabras se está convirtiendo en una carrera de sacos sin fondo, donde esta acumulación pornográfica de imágenes no deja ver el origen de todo este disparate, he decidido parar y dar unas vacaciones, las vuestras, a mis fotografías.

Se veía venir, pero todavía no hacía el suficiente calor como para querer desnudarme del todo. Algunas personas lo han hecho un poquito antes que yo, porque son de buena escuela y se lo toman en serio, con todas las consecuencias. Otras han reflexionado sobre esto, el gesto, para hacernos pensar un poco, lo suficiente como para salvarnos justo antes de ese día, el del suicidio profesional.

¿Que hacer con tantas imágenes?

Desaparecen las fotografías entre tantas imágenes para dar paso a las palabras, a estas palabras, que son las que han sobrevivido al naufragio visual y que creo que siempre han estado ahí, estoy seguro que si, pero el sinsentido de fotografías no nos dejaba leer.

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Prometo que he sido muy obediente, que he fotografiado lo que me han dicho, que me he comprado la mejor cámara digital del mercado y que me he matriculado en el mejor máster posible, pero me quedo con la sensación de haberme equivocado de escuela.

Leer la imagen.

Cuando aprenda a leer y sepa que hacer con mis fotografías y con sus palabras, volveré.

PERLAS de Manel Úbeda

Manel Úbeda en su intervención en «La Caja Azul»
(Pinchar en la imagen para ver el vídeo)

 

En la primera edición de “La Caja Azul”, organizada en Barcelona el día 6 de marzo del 2010 en IDEP, se realizaron una serie de conferencias bajo el título «Lectura fotográfica: Los procesos de valoración en fotografía», donde Manel Úbeda (fotógrafo y director de IDEP Fotografía en ese momento), entre otros, nos habló en una interesante ponencia sobre la enseñanza de la fotografía.

Casi al final de la conferencia, refiriéndose a la competencia desleal que existe desde hace unos años en la docencia por parte de diferentes centros asociados, escuelas, universidades, entidades o tiendas de material fotográfico que imparten cursos y talleres de fotografía, comentó:

-«En los últimos años, han proliferado y de manera notable, talleres por doquier y se dan casos de clara competencia desleal, empezando por el Ayuntamiento de Barcelona, que los centros cívicos dan clase de fotografía subvencionados con los impuestos, en parte, que pagamos las escuelas de fotografía, ¿no?. En fin, que es la cosa perversa del sistema(…) (con sorna) porque, bueno, es que es una cosa de tipo cultural, social… Bueno, pero también sería chulo, no se, que quien quisiera podría hacer un curso de peluquería gratis, ¿no?.»

Seguidamente hizo un comentario sobre si el gremio de peluqueras aceptaría que se dieran cursos gratis de peluquería en el Pati Llimona.

Continuó diciendo:

-«Los talleres, digamos, realizados por parte de los importadores de tiendas de fotografía, que te lo venden como formación, pero en realidad lo que quieren vender son cámaras, son impresoras, respaldos digitales… Pero están ahí y también están teniendo su cuota, digamos, de mercado.» (Aquí hace referencia a los talleres que organiza la prestigiosa tienda Casanova Foto en su apartado de «formación«).

Lo más contradictorio fue el siguiente comentario:

-«Los talleres realizados por fotógrafos que parecen estrellas del rock, haciendo bolos y paseando los talleres por toda la geografía española, ¿no?. Hoy actúo aquí, mañana actúo allí, pasado mañana actúo más allá, ¡cono!, es que ni Bruce Springsteen (se oyen risitas) tendía que tener una programación que a mí me deja anonadado.»

La contradicción está en que unos meses más tarde abre, junto a la fotógrafa Núria GrasLa Magistral, un alojamiento rural en una masía, situado en  l’Alt Empordà, junto a Sant Pere Pescador (Girona), donde ofrecen encuentros y talleres fotográficos en un entorno natural, lugar por donde van pasando las «estrellas del rock» del mundo de la fotografía.

Ahora, el anonadado soy yo.