Continúo con estas reflexiones sobre el estado actual de una parte de la fotografía en España teniendo en cuenta la transcripción de la mesa redonda que se celebró a puerta cerrada en la sede central de la Fundació Caixa de Pensions en Barcelona, el 11 de diciembre de 1986, con motivo de la exposición “Joves Fotògrafs”, que podéis descargaros clicando en la imagen de la portada del catálogo.
En esta mesa redonda se tocaron temas como la relación que existía entre los jóvenes fotógrafos y los fotógrafos consagrados, la relación de la critica con respecto a la fotografía realizada por los jóvenes, la repercusión de esta fotografía en las galerías y la formación fotográfica, que es el tema al que dedico esta entrada del blog.
Hasta antes de los años 70 no existían espacios oficiales para aprender fotografía de manera regular o con reconocimiento académico. Lo más aproximado eran las agrupaciones fotográficas y se centraban principalmente en una enseñanza técnica de la fotografía. Fue a partir de los años 70 cuando aparecieron escuelas como el Institut d´Estudis Fotogràfics de Catalunya en Barcelona (fundado en 1972), , iniciativas privadas como el Photocentro en Madrid (1975-1979), la creación del Centre Internacional de Fotografia de Barcelona (1978-1983), el Centro de Enseñanzas de la Imagen tanto en Madrid como en Barcelona (1976), actualmente sólo en Madrid reconvertido en CEV Escuela Superior de Comunicación, Imagen y Sonido, el IDEP en Barcelona (1981), GrisArt – Escola Superior de Fotografia en Barcelona (1985) o EFTI en Madrid (1987), por poner un ejemplo de escuelas dedicadas a la enseñanza de la fotografía que se crearon hace más de 25 años. En el ámbito universitario, la fotografía es introducida como asignatura en las Facultades de Ciencias de la información y como especialidad desde el año 1980 en las de Bellas Artes. En los últimos años la oferta ha crecido de forma exponencial, posiblemente gracias a la socialización de la fotografía digital. Las escuelas más veteranas no solo han sobrevivido a la transición tecnológica sino que se han visto favorecidas por esta situación, dándose la paradoja que incluso han sobrevivido muy a pesar de sus fundadores y de unos programas académicos tan anclado en el tiempo como algunos de sus equipos docentes.
Evidentemente no existe la escuela completa y en la actualidad, cada escuela ofrece una manera diferente de enseñar fotografía. Es muy frecuente que alguien que haya recibido una formación en Bellas Artes acabe necesitando completar su formación en alguna de las escuelas que ofrecen una formación más técnica. Posiblemente en la otra dirección pueda pasar lo mismo, pero el hecho de que la mayoría ofrecen titulación propia no homologadas oficialmente por la administración y no den acceso a una enseñanza superior hace que resulte menos frecuente. Cada escuela o centro intenta dejar una impronta en sus alumnos, incluso es fácil reconocer en aquellos alumnos más aventajados el estilo de la escuela a la que han pertenecido. Esto no es malo en si mismo, pero el negocio en el que se ha convertido la educación, al ser un tipo de enseñanza que parte de iniciativas privadas, ha hecho que la competencia sea desigual y desleal, que los centros lleguen incluso a competir con su propia oferta educativa con respecto a los talleres que ofertan y que los precios para realizar los cursos completos sean casi prohibitivos para una inmensa mayoría. En esto prácticamente todas las escuelas comparten estos problemas, pero también comparten el hecho de haber fracasado a la hora de haber formado a una sola persona lo suficientemente preparada como para tener más presencia en el panorama fotográfico contemporáneo. Casi treinta años de formación y ni un solo nombre en la lista de los fotógrafos y fotógrafas más influyentes en el ámbito del arte contemporáneo en España, porque lo que es a nivel internacional todavía queda mucho por recorrer. Quizás la pista nos la da Joan Fontcuberta explicando de manera breve esta relación entre la escuela fotográfica y la necesidad del alumno fotógrafo: «yo creo que las escuelas, las ediciones, etc, lo que hacen es elevar el nivel medio general, pero no están formando autores, porque las escuelas tienen poco que ver con las individualidades, sirven sólo como caldo de cultivo, pero la emergencia de un autor es más compleja, más individualizada».
Sí, ya sé que no es el objetivo de las escuelas conseguir esto, pero estoy convencido que sí es el sueño de muchas de las personas que empiezan su formación en la mayoría de las escuelas, porque como negocio privado que son realmente eso es lo que venden. ¿Puede llegar a existir una escuela de fotografía donde se puedan adquirir conocimientos técnicos y humanísticos en igualdad de condiciones? Poco a poco se está consiguiendo este equilibrio, pero queda mucho por recorrer. Como comentaba Manel Úbeda, en 1986 la única salida era emigrar para poder recibir una enseñanza integral en la formación del fotógrafo o ser extranjero y recibir una beca porque “…estos estudios te pueden costar hasta medio millón de pesetas al año”. Parece que con respecto al coste de los estudios fotográficos nos hemos colocado a niveles europeos, pero los contenidos y los resultados están anclados en el tiempo. Según él “La única solución es la enseñanza pública”. Puede que ya sea tarde viendo como está aplicando el actual gobierno sus políticas neoliberales. Si este tipo de educación pasa por adaptar los contenidos al marco europeo universitario del Plan de Bolonia, muchas de estas escuelas tendrían que despedir a la mayoría de sus docentes y contratar a personal con titulación de tercer ciclo. David Ballcells acierta al decir que “…las escuelas lo importante no es que produzcan sólo buenos fotógrafos sino que tendrían que salir buenos críticos, ensayistas, conservadores… y por esto la enseñanza de la fotografía tendría que tener carácter universitario…”.
Mucho tendían que cambiar la universidad pública para que se pudiera impartir una enseñanza completa en fotografía. Impensable llegar al nivel de la School of Visual Arts, ni aquí ni en la Europa del plan de Bolonia. Uno de los principales problemas de la universidad es que se alimenta de lo que produce, aunque esto no es sólo patrimonio de la universidad, la mayoría de las escuelas de fotografía lo hacen. Este comportamiento endogámico lo único que consigue es imponer una manera de «enseñar» las cosas, que normalmente suele ser la del catedrático de turno. Este catedrático se apoya en sus ayudantes, profesores asociados o lectores que antes fueron alumnos suyos o en el peor de los casos becarios del departamento, que son los mas listos, pero casi nunca los mejores preparados, para perpetuar unos conocimientos que adquirió en la época en la que Franco era corneta. Muestra de esto es el comentario de la crítica de arte Victoria Combalía con respecto a su paso por Bellas Artes: «Particularmente estoy interesada en la fotografía, pero igual que es precisa toda una vida para ser un buen fotógrafo, para ser un buen critico también. A pesar de esto en mis clases de Arte Contemporáneo en Bellas Artes incluyo la fotografía aunque tenga un programa apretadísimo, pero intento mencionar por lo menos a Rodchenko, Man Ray, Sander y otros. Cuando existan buenas escuelas de fotografía donde se enseñe historia de la fotografía y se conozcan todos los cambios y todas las distintas técnicas empleadas saldrán buenos críticos fotográficos». Rodchenko, Man Ray, Sander y otros… ¿contemporáneos? ¿Por que no Robert Frank, Diane Arbus, Duane Michals, Stephen Shore, que son algunos de los fotógrafos que aparecen en el último capitulo del libro de Beaumont Newhall «Historia de la fotografía»?, sólo por poner un ejemplo de un libro de historia, no nos vayamos a pasar de modernos.
Con respecto a este tema, Joan Fontcuberta sentencia: “Yo le daría la vuelta al tema de la enseñanza y plantearía que el problema de la gente joven es que hoy tiene escuelas. Hace diez años el autodidactismo era forzoso, por lo tanto tenemos que considerar que ha habido un avance, pero yo lo pongo en cuestión, porque los jóvenes han tenido como maestros a los autodidactas de la generación precedente y creo que no es bueno que nos hayan seguido ciegamente porque quizá los profesores no nos hemos dado cuenta de que ha existido toda una dinámica artística y de vanguardia que ha evolucionado al margen de nosotros”. Señor Fontcuberta, en el país de la docencia, el tuerto es el rey, pero los alumnos no son los ciegos. Que tengamos escuelas y exista una oferta educativa amplia en la enseñanza de la fotografía no es un problema, es un milagro. Espero que con los años usted haya cambiado de opinión. Estoy convencido de que estas palabras también fueron fruto de su juventud. Todos lo hemos sido. Si usted tiene alumnos en los diferentes talleres que todavía sigue impartiendo demuestra que los alumnos lo que tienen es una fe ciega no sólo en su capacidad como docente, sino como profesional de reconocido prestigio, posiblemente porque respetan y valoran su trabajo como artista. Me pregunto si existe también ese respeto desde los docentes hacia los alumnos.
En este milagro de la docencia fotográfica quiero destacar el trabajo que están realizando escuelas como BlankPaper (¿Para cuando una sede en Barcelona?), LENS Escuela de Artes Visuales y GrisArt – Escola Superior de Fotografia por su dinamización y promoción de nuevos jóvenes fotógrafos y fotógrafas, participando de manera activa en la creación de nuevas sinergias para hacer visible el trabajo de sus alumnos, con una presencia muy activa, en algunos casos activista, en la creación y colaboración de eventos, festivales y diferentes publicaciones. Se que no son las únicas que están realizando cambios, pero de las que tengo referencias son las que están marcando el camino.
Pero no voy a dejar toda la responsabilidad hacia las escuelas. Hace falta compromiso por parte del alumnado para que el panorama fotográfico cambie. De hecho, la actitud de cualquier persona que esté vinculada a la fotografía tiene que ser pedagógica, tiene que hacer entender a quien no esté vinculado de esta manera que la fotografía es un valor cultural, de pensamiento, de respeto hacia lo fotografiado.
Para terminar, mientras trabajaba en la preparación de este texto tuve la oportunidad de conversar con Jon Uriarte sobre este tema, ya que él ha empezado a trabajar como profesor en IDEP en el curso profesional de Edición y Producción de Fotolibros, y me dejó esta frase que quiero compartir y que creo importante, ya no sólo para los profesores, sino para que los alumnos se defiendan del adoctrinamiento, se revelen y se lo recuerden a sus malos profesores: «un autor no puede ser profesor. Un autor puede dar talleres, o mostrar su proceso de trabajo, pero no debería ser profesor porque como tú bien dices el alumno acabará compitiendo con su profesor. Para que un autor pueda ser un buen profesor, tiene que conseguir olvidarse de sus preferencias, elecciones, gustos e interpretaciones como autor para poder mostrar y dejar elegir a sus alumnos para permitirles así crear su propio camino». Es algo que estoy convencido que él aplica en sus clases y que yo también tengo muy presente en las mías.
Humberto Rivas puntualiza, con una lucidez y sensatez que no veo en los otros participantes, diciendo: “Quizá una de las razones de que no aparezcan nuevas generaciones sea que las escuelas no sean suficientemente estimulantes, pero esto no quiere decir que haya que pasar obligatóriamente por una escuela porque muy pocos de nosotros lo hicimos, lo que pasa es que la escuela te facilita el trabajo y consigue que en dos o tres años la gente pueda hacer lo que nosotros necesitamos diez para aprender”.
Parece que las escuelas de fotografía han sido el lugar favorito para crear jóvenes cadáveres fotográficos.
Solo quería puntualizar que la frase de «un autor no puede ser profesor» me la dijo Llorenç Raich, el que fue mi profesor, tutor cuando estudiaba en el IEFC que aún hoy sigue siendo una gran influencia para mi.
Y al hilo de esa frase, diría que la entiendo y la comparto a medias, porque yo me considero profesor y autor. Cuando doy clases (además del curso de fotolibros, también soy profesor de proyectos de los alumnos de tercero de IDEP) pongo todo mi empeño en olvidar mis gustos y preferencias como autor y adquirir el máximo de conocimientos posibles sobre otros tipos de fotografía que en principio no me interesan, para así poder ayudar a los alumnos en el camino que ellos elijan. Creo que el profesor ha de saber incentivar la creatividad propia de sus alumnos.
Gracias Paco por hacerme pensar!
Bien por Blankpaper (soy antiguo alumno) y por todas las escuelas que proponen una formación más de autores que de profesores, como tú dices.
El día en que haya una formación oficial sobre fotografía en Expaña a la altura de una titulación universitaria comenzaré a sospechar, como en general despierta sospechas una carrera sobre medios de comunicación (periodismo, entre ellas) o de cualquier tema que se preste fácilmente a la subjetividad. La fotografía no es medicina, no puede estar atada a ningún currículo académico. Pueden explicarse las pautas, los principios básicos, pero incluso la historia de la fotografía da lugar a un sinfín de interpretaciones. Creo que nuestro trabajo es conocer esas pautas, y de ahí en adelante aprender a hacerse su propio plan curricular, intransferible como intransferibles son las inquietudes de cada fotógrafo.
Fenrisolo, de hecho ya existen lugares en España donde estudiar fotografía con titulación universitaria. La duda para mi es si la universidad es el mejor sitio para estudiar fotografía en España. De momento parece que no lo es. Mi formación en fotografía es universitaria y te puedo asegurar que he aprendido más en estos últimos dos años fuera de la universidad que en los cinco que pase en ella. A pesar del aborregamiento, la capacidad de idiotizarte, la facilidad con la que te dispersas, el esquivar a compañeros parásitos, el revelarte contra la falsa burbuja que te protege siendo cliente, perdón, alumno, estoy agradecido por haber pasado por la universidad. Pero la realidad es muy diferente. No te das cuenta de esto hasta pasado un año, dos o un máster con tesis doctoral incluida.
La técnica se puede aprender en un fin de semana, si eres un poco espabilado, pero para desarrollar un proyecto se necesita algo más que formación. Pero repito, la formación es necesaria y para eso BlankPaper parece un buen lugar para iniciar un proyecto de vida. Eso sí, sólo si tienes muy claro que es lo que quieres hacer en la vida, porque en realidad es eso, tomar una decisión para vivir de una manera concreta y la fotografía, de la manera que tú la planteas, es una manera de vivir. 24 horas.
Te agradezco el comentario.
Efectivamente, la fotografía es una forma de vida. Pienso que ser fotógrafo a tiempo parcial y esquivar esa afición el resto de horas del día resulta imposible para quien siente una auténtica pasión por ella.
La universidad es lo que es. Yo también pasé por ella (estudié periodismo) y creo que identifico de manera bastante ecuánime tanto sus carencias como sus aciertos. Ahora estudio FP de Imagen en un intento por aproximarme al reporterismo y abordar otros campos fotográficos tangenciales. La clave está en, hagas lo que hagas, estés donde estés, aprovecha el tiempo. Saca el máximo partido a las asignaturas teóricas en la universidad y búscate la vida todo lo que puedas fuera de ella.
Felicidades por el blog.
Incluso en BlankPaper puede suceder algo que comentáis, que un autor sea tu profesor y termines el curso casi imitando su estilo. Es muy difícil separar el gusto personal a la hora de valorar lo que merece la pena o no del trabajo de las alumnas y alumnos, aunque me consta que es un quebradero de cabeza para más de un profesor de esta escuela. Alguno incluso me ha comentado que a veces siente que no debería decir su opinión en absoluto sobre las fotografías de nadie que no sea él mismo, pues cualquier influencia está basada en la subjetividad y como tal es cuestionable.
Personalmente, pasar por una escuela me ha ayudado a evolucionar, como dices, en pocos años lo que me hubiera llevado mucho más tiempo por mi cuenta, pero sí es cierto que cuesta desengancharte de la comodidad de llegar a clase con un montón de fotos, muchas veces sin sentido, y salir con un proyecto en marcha.
Gracias por esta serie de post, estoy deseando ver los otros dos.
Un saludo.
«…Me pregunto si existe también ese respeto desde los docentes hacia los alumnos…»
Muchas veces no. Y con cierta frecuencia a más consagrado es el autor menor es el respeto y la implicación respecto a los alumnos. No siempre es así, por supuesto, pero proliferan los talleres, seminarios, conferencias, etc. de consagrados cuyo contenido es cero, quiero decir, contenido realmente útil para los alumnos. Docentes cuyas ganas de serlo tienen más que ver con las de arrimarse a la cuenta corriente unos euros que con otra cosa. Es responsabilidad de ellos y de los organizadores, pero también de los alumnos, de darse cuenta de a qué y a quién prestan su atención.
«…..pero también comparten el hecho de haber fracasado a la hora de haber formado a una sola persona lo suficientemente preparada como para tener más presencia en el panorama fotográfico contemporáneo. Casi treinta años de formación y ni un solo nombre en la lista de los fotógrafos y fotógrafas más influyentes en el ámbito del arte contemporáneo en España…»
Es algo mucho más compejo que atribuirlo al «fracaso» de las escuelas. Como sabemos, esos espacios de influencia se crean muchas veces desde intereses de mercado o desde espacios de poder, independientemente de criterios que incluyan la calidad o la profundidad de los autores que supuestamente marcan influencias. En todo caso las escuelas compartirían una pequeña parte de responsabilidad frente a la que tienen los verdaderos responsables que detentan el poder de crear influencias, tendencias. Tendríamos que repasar los procesos de más de un «autor influyente» y mirar detrás del telón para descubrir ciertas cosas. Y eso nadie lo va a hacer. O sí. Veremos.
Felicidades por el artículo.
Hola Paco, Jon, Fenrisolo y Olmo:
Me atrevo a comentar y con cierto ánimo de crear debate. Soy una polemista nata (Olmo lo sabe) pero no tengo ninguna intención de «sentar cátedra» con mis opiniones, que no son más que eso, una visión muy personal y particular.
Antes de nada, quiero dejar claro que NO tengo formación fotográfica universitaria ni he pasado por ninguna escuela de las que nombra Paco. Pero, en mi descargo, puedo decir que tengo una formación artística bastante grande por el mero hecho de estar metida en el ambiente artístico tanto de autores como de críticos, museólogos, docentes, etc., desde hace casi tres décadas. Aparte, en el ámbito fotográfico he tenido la fortuna de ir a cursos y talleres con Llorenç Raich, Israel Ariño, Roger Guaus, Isabel Flores y Arcangela Regis. Quizá por esto me atrevo a dar mi opinión, porque puede que tenga una visión más objetiva por distante que los que han estado cursando estudios reglados.
Al igual que Jon, he comentado el tema de la docencia fotográfica con Llorenç, Israel y Roger principalmente, y en general con otros artistas y docentes. Y me gustaría precisar que una cosa es dar clase, otra ser un docente, otra ser un profesor, y otra ser un maestro. Esto va de menos a más en el grado de capacidad de implicar al alumno y hacerle desarrollar sus cualidades, o de no intentar crear una competición para ver quién es mejor (que de todo hay, y más en ámbitos artísticos donde el ego pasa a ser super-yo, por hacer un chiste facilón). Todos hemos tenido delante en una tarima a uno que te suelta el rollo peor que un libro malo, y otros que te marcan de por vida y para bien.
La influencia de un buen profesor, sea autor o no, es potenciar aquello bueno que el alumno tiene. Llorenç es especialista en esto, ya que Jon lo ha señalado. El asunto es no influir en el alumno marcándole tanto el estilo con los comentarios sobre sus fotos según la manera de ver del autor-profesor que se le frustre toda su creatividad. Hacer 100.000 pequeños Parr/Gursky/Newton/Capa… no es lo que mola, pero quizá sí hacerle ver sus similitudes con ellos. Y, como dice Olmo, ahorrar tiempo o hacerle gastarlo en mirar muchos muchos libros (de cualquier cosa además de foto), y escuchar músicas y abrir el abanico.
El punto de vista de Jon es, para mí, el más honrado… ¿Vas a dejar de enseñar a Ródchenko porque no te gustan sus fotos? Pues mal vamos… A ver cómo explicas quién fue el pionero en hacer tomas subjetivas de picados y contrapicados. ¿O la Escuela de Düseldorff porque los Becher te producen un aburrimiento mortal? Ea, a ver cómo cuentas el trabajo de sus seguidores, los que se llevan los millones por foto en el mercado… ¿Dejar de lado a Antoine d’Agata porque lo que te gusta es la pulcritud en la toma?…
En relación a los planes de estudio universitarios (mis referencias son de este ámbito, tanto por parte de profesores de Bellas Artes como de Historia del Arte), tengo claro que la Universidad es un sitio al que vas a «amueblar» la cabeza y a crearte un criterio; aprender a buscar más que a encontrar. Tampoco es posible dar lo último en el temario si no sabes lo anterior, por si ya estás «inventando la sopa de ajo» más que nada, haciendo algo que ya se ha hecho antes… Los males que define Paco, en mi opinión, siempre son personales: uno se adocena si quiere. Creo que en casi todos los campos la Universidad no es lo que hace que a la salida seas un profesional que en breve sea reconocido. Es un tema de experiencia y madurez, y eso se adquiere con el tiempo y seguir formándote mientras exploras tu camino.
Con respecto a las escuelas, no puedo hablar con conocimiento de causa, pero no sé los criterios que se siguen para la elección del personal y me gustaría saber si todo el que da clases puede enfrentarse a alumnos que pueden estar por encima de sus conocimientos en alguna materia y no fastidiarla (y me refiero al caso que comenta Paco de universitarios que van a escuelas para complementar estudios de manera más técnica). Obviamente, estoy hablando de cursos avanzados, no de cómo sujetar la cámara.
Paco comenta en estas entradas la sequía de estos 30 años en fotografía en España y yo me pregunto en voz alta si es que no nos queremos comparar con países con más tradición y medios. ¿Realmente el porcentaje de fotógrafos franceses en estos 30 años, y elijo el ejemplo por proximidad y por importancia, es comparable a todos los que han pasado por sus aulas? ¿Cuál es el caso de países que se parecen más a la situación española? Hago referencia a España para tener un abanico más amplio.
Gracias a todos.
Quiero agradecer a todos la participación en el blog con vuestras reflexiones.
Jon, creo que se entiende perfectamente esa frase en el contexto en el que estamos. Me refiero a que estamos intentado comprender que es lo que ha pasado hasta ahora en la docencia relacionada con la fotografía, cómo han pensado nuestros profesores hasta este momento y cómo queremos ser nosotros como docentes. La frase está bien así, como un punto y aparte en lo que creo que es un nuevo momento dentro de la docencia fotográfica. Hasta ahora el conocimiento lo tenía el profesor y creo que con las nuevas tecnologías y el uso inteligente que se puedan hacer de ellas se da la situación de que tanto alumnos como profesores tienen el mismo acceso a esos conocimientos, de ahí que nuestra labor como docentes sea la de acompañar, orientar y ayudar a los alumnos en el camino que ellos elijan, no en el recorrido que nosotros hayamos hecho.
Olmo, una de las cosas que comentas tiene que ver con lo que he comentado a Jon. Añadiría a tu comentario que igual que el alumno tiene que ser capaz de emanciparse de la escuela, de la «marca» de la escuela, el docente tiene que dejar de ver eternamente al alumno como lo que ha sido y aceptar al autor que empieza a ser. Lamentablemente ni unos ni otros lo hacen con frecuencia.
montiesnegro, no me atrevería a llamar docente al artista que se dedica a realizar bolos, talleres o presentaciones magistrales de su trabajo. Con respecto a la segunda parte de tu comentario, estoy de acuerdo contigo en que es mucho más complejo que lo que yo comento y en muchos casos la responsabilidad no es sólo del docente, como tampoco es del alumno. La responsabilidad es de todos y cada uno de los que forman parte de la comunidad educativa, o sea, de toda la sociedad. La educación que recibimos, sea pública o en este caso privada, como son la mayoría de los centros de formación fotográficos, es fruto de unas decisiones políticas, por lo tanto son interesadas y con unos objetivos muy concretos, de ahí la importancia de saber decidir donde quieres formarte como fotógrafo o fotógrafa. El resto lo debe poner el alumnado como receptor y principal interesado.
Paco, disculpa mi verborrea.
Lo siento…, más aún sabiendo que me he extendido también en la tercera parte.
Saludos.
Magdalena
Querida Magdalena,
no tienes por qué disculparte. Agradezco tu «verborrea».
Me gustaría que explicaras por qué entiendes tú que el punto de vista de Jon es más honrado. Sobre todo con respecto a quien.
Hola Paco:
Me vuelvo a disculpar por la verborrea. Sé que si soy concisa, mis frases son como hachazos por esquemáticas (lo que tiene ser de ciencias).
Respecto a concordar con Jon, no me refería en sí a mi experiencia como alumna en cursos de fotografía, porque todos mis profesores han explicado todo lo que había que explicar, incluso no dando mucha cancha a sus preferencias personales para no inclinar la balanza pero sí haciendo notar que la fotografía de Fulano o Mengano no les gusta y por qué.
En realidad he hecho un paralelismo con las clases de Universidad (y esto lo vi más en el doctorado) en las que las teorías o experimentaciones de otros grupos de investigación eran ninguneadas o tiradas por tierra sin un razonamiento lógico. Más si hay pasta de por medio… Esto en ciencia es todavía más grave que en carreras artísticas porque se supone que el componente subjetivo ha de anularse.
Vaya, me ha salido otro discurso de opiniones personales.
Sorry…
Magdalena.